El reto...

… las noches de los domingos, cuando el abuelo apenas había retirado las cosas de la cena, recuerdo fugazmente los momentos de las velas, mi abuelo decía que para no tenerle miedo a la oscuridad no había mejor manera que combatirla, los más cobardes la combaten con luces muy fuertes pero eso no es una verdadera guerra, la oscuridad no es tonta y nunca se quedará a un combate que no tenga posibilidades de vencer, así, nos daba unas velas no muy grandes, tampoco muy pequeñas, fatigadas de ceras gastadas, ahogadas de lágrimas encendidas en soledad, y nos proponía un reto, algo sencillo de ejecución, pero que llevaba implícito una lucha sin cuartel contra mis mayores miedos de aquellos años, la soledad, la oscuridad y el miedo absoluto de no estar a la altura de mi abuelo, de pensar por un momento que cuando creciera no sería como él…

“Ya sabéis donde están los libros, ando buscando el Tomo Segundo de las obras de Fray Luis de Granada, en gran Folio y en pergamino, las de Madrid de 1800.… ahí encontraréis entre otras cosas tres tratados que os ayudarán mucho en la vida y versan sobre la limosna, el ayuno y la oración… creo que con eso debe bastaros…”

No es que a nuestra edad fuéramos grandes bibliógrafos, no creo que por aquel entonces conociéramos el verdadero valor de esa palabra, pero el abuelo siempre nos enseñaba aquella obra y nos hablaba de la majestuosa presentación de las obras del XVIII, y que el XIX ya empezó a perder, por eso con esa obra fronteriza nos hablaba de pergamino y de tejuelos, de hierros y de plena piel de época, y nos sacudía sus hojas con tanta presteza como delicadeza para que sintiéramos en nuestros rostros el viento de aquellas letras escritas cuatrocientos años antes…

Entonces el abuelo cerraba la general y encendía nuestras velas, nosotros no corríamos, sabíamos que las prisas podrían dejarnos a oscuras antes de lo deseado, y nos acercábamos lentamente a aquellos pasillos de madera que se encorvaban a nuestro paso, siempre era el mismo camino, siempre era el mismo libro, siempre tropezábamos con la misma figura tallada de la esquina, y siempre que llegábamos… nunca estaba el tomo segundo, entonces se volvían a encender las luces de la casa, y se oía la voz del abuelo, gritando desde el patio de luces… ¡Habéis vuelto a fallar… ! Bajar a que os lo lea… le ganáis a la oscuridad, podéis con el miedo… pero aún no podéis con vuestro abuelo…

El día que encontré el tomo segundo, mi abuelo ya se había ido para siempre, pero a mi ya no me quedaban miedos que vencer…

plas, plas, plass .... mi enhorabuena por ese texto...
las segunda foto me parece mas apropiada para acompañarlo

ESa es la foto que acompaña al texto... PINCHA AQUÏ

Luego has atinado... ajajajaja

... bueno,, esperemos la continuación.....