Santiago de Compostela

¿Cuántas historias han vivido estos soportales? ¿Cuántas vidas han visto pasar y a cuántas han dado sombra? ¿Cuántas luces han visto apagarse?

Por la mañana, el sol aún no ha salido y la ciudad comienza un lento movimiento de gentes, olor a pan, olor a vida, hay curas paseando con paso firme y decidido, algunos van aún con los alzacuellos sin colocar, se cruzan con los primeros estudiantes que saborean el último café de la noche pensando en el primero del día, y la piedra está mojada bajos sus pies… la portera avisa al cura… “Cuidado con el orballo… no vaya caer usted…”

Al mediodía y por la tarde, bajo un sol de justicia, las piedras han perdido la oscuridad de la mañana y son tostadas sin que nadie se atreva a pisarlas, los turistas buscan sus sombras ataviados de mochilas, algunos arcos sostienen las bicicletas, que pobres de ellas nunca alcanzan la bendición apostólica, ya me dirás como abrazan dos ruedas y un manillar al Apóstol, aunque tenga ancha espalda para tan magna capa… El sol en este caso, parece perdido por su camino…

Cuando la noche cae, languidecen los pasos, hay cantos de tunas por las calles, los curas ya se han recogido y los estudiantes que salieron pronto apuran el último aire del día, mientras, en la oscuridad, las parejas se pierden al escondite de sus columnas, se entrelazan en besos que gritan pasiones en el silencio de la noche, se apoyan en las piedras que muertas y frías, suspiran por siempre haber sido mano para tocar o cuerpo para ser tocado… por eso se agrietan… por ahí respiran….

Buena luz y una composicion acertada.en marco negro tan grande no me gusta ,un saludo

Gracias Miguel Angel. El eterno debate de los marcos... jajajjaja Da para tres cenas o más.... Llevas razón, excesivamente grande....